La alergia, una reacción excesiva del sistema inmunitario frente a uno o varios alergenos, se traduce por síntomas diversos: nariz tapada, párpados hinchados, lagrimeo, dificultad para respirar, erupción cutánea, picores… Identificar estos signos alérgicos lo antes posible y adaptar la vida cotidiana –sobre todo, tomando ciertas medidas higiénico-dietéticas– ¡es esencial para preservar el bienestar!
El papel de las bacterias de la microbiota intestinal en la prevención de las alergias constituye una nueva pista de investigación muy interesante.
¡Veamos algunas explicaciones y consejos para una vida cotidiana más sana y más tranquila!
Comprender los mecanismos de la alergia
Ser alérgico es presentar una hipersensibilidad del sistema inmunitario ante un alergeno (o varios, según los casos). El organismo, más sensible a ciertos elementos del entorno, lanza una reacción excesiva a este agente externo.
Para que la alergia se desencadene, son necesarias dos condiciones: una predisposición genética del individuo y una exposición a la sustancia alergénica. La predisposición genética o hereditaria a desarrollar una alergia generalmente se llama atopia.
Proceso alérgico: ¿cómo se desencadena?
El mecanismo de defensa de la alergia se desencadena en dos fases: la sensibilización y la reacción.
- La sensibilización tiene lugar cuando el alergeno entra en contacto con el organismo por primera vez. En este momento, nos «sensibilizamos» a él. Esquemáticamente, el cuerpo activa unos glóbulos blancos (llamados linfocitos Th2) que, a su vez, activan a los linfocitos B. Los linfocitos B liberan anticuerpos, las inmunoglobulinas E (o IgE), que se fijan a ciertas células inmunitarias (mastocitos llamados «sensibilizados») situados en la piel y las mucosas.
- En fase de reacción (o fase de desencadenamiento), se encuentran el alergeno y el sistema inmunitario por segunda vez. En esta segunda exposición, los mastocitos liberan sustancias (histamina y moléculas inflamatorias), que provocan la mayoría de las manifestaciones alérgicas.
Cifras clave
4.ª enfermedad crónica en el mundo según la OMS
Del 25 al 30 % de la población francesa sufre actualmente alergias
Del 12 al 15 % de los niños padecen una dermatitis atópica en Francia
Síntomas y signos de la alergia
Rinitis, asma alérgica, eccema, conjuntivitis: la alergia puede manifestarse de muchas maneras y a todas las edades de la vida, aunque el periodo de la infancia y la adolescencia es, a menudo, crucial.
La rinitis alérgica estacional se desarrolla generalmente en periodo preescolar y escolar. En el 80 % de los casos, los signos de rinitis alérgica se manifiestan durante los 20 primeros años de vida1,2.
El asma alérgica, por su parte, afecta especialmente a los niños (del 10 al 15 % de los niños), pero persiste en muchos adultos sensibles: el 8 % de los adultos padecen asma alérgica en Francia1,2.
Identificar una alergia desde los primeros síntomas permite enfrentarse mejor a ella y evitar un empeoramiento de los síntomas en caso de ausencia de tratamiento.
- Las alergias respiratorias están provocadas por contacto con un alergeno presente en el entorno exterior (polen, gramíneas...) o interior (pelos de animales, mohos…)3-4-5. Estas alergias se traducen generalmente por una rinitis alérgica, es decir, una inflamación de las vías aéreas superiores, que provoca nariz tapada, ojos llorosos, dificultad para respirar, pérdida del olfato o picores en la nariz y el paladar. Para numerosos sujetos alérgicos, la primavera es la estación del año más difícil. ¡Aparece la rinitis alérgica estacional, que depende directamente del polen de los árboles y las plantas!
- Las alergias cutáneas corresponden a una reacción de la piel al entorno exterior. Pelos de animales, plantas, picaduras de insecto, ingesta de un alimento específico, contacto con ácaros: las fuentes de alergia son múltiples. La alergia cutánea puede manifestarse por picores, rojeces e hinchazón. Dermatitis atópica, eccema o urticaria son algunas de las manifestaciones más corrientes.
- Las alergias alimentarias son reacciones anormales de defensa del organismo a la ingesta de un alimento específico. Comezón en los labios, picores, erupciones cutáneas: los síntomas a menudo son leves, pero pueden llegar a ser muy graves en función del sujeto alérgico. En este caso, excluir el alimento de la dieta es indispensable.
Las causas de la alergia son múltiples y se relacionan con factores medioambientales o con el modo de vida. Pero el carácter genético de las alergias también es importante. Si uno de los padres es atópico, el riesgo de atopia del hijo pasa del 5-15 % al 20-40 %. Si los dos padres son atópicos, el riesgo de atopia explota para el niño, ¡llega al 60-80 %6!
¿Qué relación existe entre el desequilibrio de la microbiota intestinal y las reacciones alérgicas?
Los desequilibrios de la microbiota intestinal, también llamados «disbiosis», se han implicado en la disfunción asociada a las alergias. Estas disfunciones tendrían relación con modificaciones de la implantación de las bacterias intestinales en la primera infancia, fase crucial implicada en el desarrollo del sistema inmunitario7.
Por ejemplo, se han observado diferencias en la composición de la microbiota intestinal entre los niños que viven en países que presentan incidencias bajas frente a elevadas de enfermedades alérgicas, así como entre niños de un mismo país pero que presentan o no signos de alergia. En especial, se ha demostrado que la microbiota intestinal de los niños atópicos es menos rica en Bifidobacterium que la de los sujetos de control no alérgicos. También se ha señalado la implicación de la microbiota intestinal en varios estudios de observación, que han puesto en evidencia una relación entre un aumento del riesgo de dermatitis atópica, rinitis alérgica y asma, y la utilización de antibióticos a temprana edad.
Esta relación intensa entre microbiota intestinal y alergia sugiere que una modulación de la microbiota intestinal, con un aporte específico de probióticos, podría contribuir a prevenir las alergias8.
¿Cómo luchar contra las alergias?
Frente a las alergias, deben ponerse en marcha numerosas acciones. Para tratar las alergias respiratorias, en especial, son posibles tres modos de acción9:
- La exclusión alergénica consiste en reducir el riesgo de contacto con los alergenos, sobre todo adaptando el entorno de vida (arreglos interiores, compra de mobiliario adecuado, alejamiento de los animales, etc.).
- Los tratamientos sintomáticos pretenden suavizar los signos de la reacción alérgica, para combatir mejor la crisis.
- Finalmente, la inmunoterapia alergénica o ITA es el único tratamiento que puede modificar el curso del trastorno alérgico, según la OMS. También recibe el nombre de «insensibilización» y cerca de 250 000 pacientes se someten cada año en Francia a este tratamiento de fondo, que conviene precisar que resulta costoso y molesto.
El papel de los nutrientes y de la alimentación sobre las alergias también se estudia cada vez más. Objetivo: reforzar la inmunidad para luchar mejor contra la alergia, en especial influyendo sobre la composición de la microbiota intestinal.
Los probióticos participan en el restablecimiento de las propiedades y el equilibrio de la microbiota intestinal.
En un metanálisis publicado en 2010 que reúne 7 estudios clínicos realizados en pacientes con una rinitis alérgica, los autores observaron una mejora de la calidad de vida y una disminución del número de rinitis al año en el grupo de los probióticos comparativamente al grupo placebo9.
Cada cepa probiótica posee efectos que le son propios, en especial en lo referente a su capacidad de inducir y mantener la tolerancia a los alergenos. Por eso, es importante seleccionar una mezcla de cepas probióticas sobre la base de sus propiedades específicas.
La toma de probióticos de la mujer embarazada (y por el bébé lactante) influye positivamente sobre el desarrollo de la microbiota intestinal y limita el riesgo de alergia, en especial si la madre tiene antecedentes alérgicos o si el niño nace por cesárea10.