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Alimentación saludable y nutrición

El papel específico de los omega-3 de tipo DHA y EPA

El 60 % de la masa del cerebro está formada por ácidos grasos y el 70 % de ellos son omega-3. Por ello, los omega-3 de tipo EPA y DHA están implicados en numerosas funciones cerebrales, como la memoria y la visión, o también en el desarrollo cerebral del feto.

Cada uno de los ácidos grasos interviene de manera específica en ciertas funciones del organismo. Los precursores de los omega-3 y omega-6 activan enzimas que dan lugar a reacciones bioquímicas que permiten la síntesis de los ácidos grasos de cadena larga: el ácido eicosapentaenoico (EPA), el ácido docosahexaenoico (DHA), el ácido gamma-linolénico (GLA), el ácido dihomo-gamma-linolénico (DGLA), el ácido araquidónico (AA)…

OMEGA 6 y OMEGA 3

Numerosos estudios1 han puesto en evidencia el papel específico de los omega-3 de tipo DHA. Por ejemplo, se ha establecido una relación entre el desequilibrio emocional y el desequilibrio de omega-3.1 Otros estudios han demostrado el papel de los omega-3 en el funcionamiento normal del cerebro.

El papel del DHA (ácido docosahexaenoico)

Los omega-3 DHA son constituyentes de las células nerviosas y desempeñan un papel importante en la estructura de las membranas. Contribuyen a la transmisión sináptica e intervienen también en el desarrollo y el funcionamiento del cerebro y la retina.3

 

El DHA está especialmente implicado en las funciones de memorización. Participa en la transmisión de la señal nerviosa.4

DHA (ácido docosahexaenoico)

Omega-3 de tipo DHA y desarrollo cerebral del feto

El DHA interviene en el desarrollo del sistema nervioso y de la retina del bebé.5 El DHA se encuentra en reserva en el tejido adiposo del bebé para terminar el desarrollo cerebral después del nacimiento, contrariamente a la cría de mono, que ha finalizado su desarrollo cerebral al nacer. Los profesionales de la salud recomiendan con frecuencia aumentar el consumo de omega-3 durante el embarazo.

desarrollo cerebral del feto

El papel del EPA (ácido eicosapentaenoico)

Los omega-3 son los precursores de sustancias antiinflamatorias que forman parte de la familia de las prostaglandinas. El ácido eicosapentaenoico (EPA) se transforma en PGE3 (prostaglandina E3), cuyos efectos antiinflamatorios podrían ser interesantes en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias: artritis, artrosis, inflamaciones crónicas…

 

Actualmente, se admite la relación estrecha entre omega-3 y buen funcionamiento del sistema cardiovascular.6

Molécula de EPA (ácido eicosapentaenoico)

¿Dónde encontrar los omega-3 de tipo DHA y EPA?

Los omega-3 de tipo DHA y EPA pueden aportarse únicamente con la alimentación. Se encuentran en los aceites vegetales:

  • Aceite de colza.
  • Aceite de nuez.
  • Aceite de camelina.

También están presentes en algunos alimentos que conviene privilegiar:

  • El pescado graso, como la caballa, la sardina o el salmón.
  • Las nueces.
Aceites vegetales con omega 3

Para recordar

  • Cada uno de los ácidos grasos interviene de manera específica en ciertas funciones del organismo.

  • Los omega-3 de tipo DHA son constituyentes de las células nerviosas e intervienen, en especial, en el desarrollo y el funcionamiento del cerebro y la retina.

  • Los estudios han demostrado la estrecha relación entre los omega-3 de tipo EPA y el buen funcionamiento del sistema cardiovascular.

  • Los omega-3 de tipo DHA y EPA pueden aportarse únicamente con la alimentación y, sobre todo, a través de ciertos aceites vegetales y pescados.

¿Quién puede aconsejarte?

Según tu estado fisiológico, puedes pedir consejo a un farmacéutico o consultar a un médico formado en microbiotas, micronutrición y fitoterapia.

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Nuestras referencias

  1. Carrie et al., 2000a, Takeuchi et al., 2003, Fedorova y Salem, 2006.
  2. Serhan et al., 2004 / Bazan, 2007.
  3. Connor et al., 2007.
  4. KALMIJN S et al. Dietary intake of fatty acids and fish in relation to cognitive performance at middle age. Neurology. 2004;62: 275-280.
  5. Clandinin et al., 1980; Martinez y Mougan, 1998.
  6. De Lorgeril, M., et al., Mediterranean diet, traditional risk factors, and the rate of cardiovascular complications after myocardial infarction: final report of the Lyon Diet Heart Study. Circulation., 1999. 99: p. 779-785.