Micosis, vaginosis o cistitis… Los trastornos urogenitales causados por un desequilibrio de la microbiota vaginal son numerosos. La microbiota vaginal, compuesta esencialmente por bacterias lácticas que tapizan las paredes vaginales y crean una película protectora, desempeña un papel importante en la salud.
¿Qué es la microbiota vaginal?
La microbiota vaginal se compone de un 90 % de bacterias lácticas (lactobacilos), que colonizan la vagina en la pubertad y constituyen lo que se llama la flora de Döderlein (llamada así por el nombre del ginecólogo, Alfred Döderlein, que la describió por primera vez en 1892). La microbiota vaginal también está compuesta de otras bacterias, como Gardnerella vaginalis, Atopobium vaginae y Prevotella spp., y hongos como Candida albicans, que, si proliferan de manera demasiado importante, pueden provocar molestias.
El papel esencial de los lactobacilos
Los lactobacilos tienen funciones muy específicas. Forman biopelículas que crean auténticos escudos protectores en la pared de la vagina. Transforman el glucógeno segregado por las células de la mucosa vaginal en ácido láctico y crean así un medio ácido necesario para el mantenimiento del pH vaginal entre 3,5 y 4,5.
El pH vaginal refleja el estado de la microbiota vaginal: un pH superior a 4,5 indica que existe un desequilibrio de la microbiota vaginal. Dado que este desequilibrio se acompaña de signos como pérdidas inhabituales, es importante identificar las causas de estos trastornos consultando al médico. En periodo de menopausia, el pH natural es de 4,5.
Cada mujer alberga varios tipos de lactobacilos, que evolucionan a lo largo del ciclo y de la vida en función de las variaciones hormonales, el entorno, la higiene íntima, la vida sexual, etc.
En este sentido, se pueden encontrar los tipos de composición siguientes:
Dominada por Lactobacillus crispatus.
Dominada por Lactobacillus gasseri.
Dominada por Lactobacillus iners – Microbiota ligeramente desequilibrada.
Dominada por Gardnerella vaginalis (microbiota desequilibrada).
Dominada por Lactobacillus jensenii.
Un microbiota vaginal que evoluciona a lo largo de toda la vida
Los lactobacilos son totalmente dependientes de la impregnación estrogénica, es decir, de la secreción de estrógenos, hormonas sexuales femeninas producidas principalmente por los ovarios.
Por eso, la microbiota vaginal de la mujer evoluciona durante su existencia en función de su estado hormonal:
En la pubertad, se crea la microbiota vaginal. Los estrógenos engruesan la mucosa de la vagina y permiten la fabricación del glucógeno. Los lactobacilos del recto se ven atraídos y colonizan este nuevo medio favorable.
Durante la regla, el pH alcalino de la sangre hace aumentar el pH vaginal. Los lactobacilos disminuyen.
Durante el embarazo, la mujer embarazada produce más hormonas (HCG, estrógenos, progesterona, oxitocina, etc.), que dan lugar a un aumento de los lactobacilos. Cuanto más aumenta la producción de estrógenos, más glucógeno liberan las células vaginales, que sirve de fuente de energía a los lactobacilos, pero también a Candida albicans.
En la menopausia, se observa una disminución progresiva de los estrógenos y, por lo tanto, de los lactobacilos, muy variable de una mujer a otra. En el 55 a 70 % de las mujeres*, la menopausia se acompaña de numerosas molestias.
La evaluación de la microbiota por el índice de Nugent
Es posible efectuar una toma de muestra de las secreciones vaginales para evaluar el estado de la microbiota vaginal. Después del análisis, se atribuye una puntuación en función de la microbiota observada:
de 0 a 3: la microbiota es normal;
de 4 a 6: la microbiota empieza a estar desequilibrada;
más allá de 7 y hasta 10, la microbiota está desequilibrada.
En función de estas variaciones hormonales, pero también del modo de vida (consumo de tabaco, medicamentos, antibióticos, estrés, etc.), puede instalarse el desequilibrio y producir molestias íntimas. Como complemento de una buena higiene de vida, algunas plantas como el brezo pueden, por ejemplo, favorecer las funciones urinarias.
Una relación estrecha entre microbiota vaginal y microbiota intestinal
El reservorio natural de los lactobacilos vaginales es el intestino. Gracias a la capa hidrolipídica que recubre la superficie cutánea, las bacterias pasan del ano a la vagina a través del periné y la vulva. La microbiota vaginal «hereda» cierto número de bacterias de la microbiota intestinal.
Por ejemplo, Candida albicans también está presente en la microbiota intestinal. Puede formar parte de esta en estado latente durante toda la vida del huésped. Por eso, es importante no solamente restablecer el equilibrio de la microbiota vaginal, sino también el de la microbiota intestinal, pues las dos están estrechamente relacionadas.
La microbiota vaginal se compone pues de numerosas bacterias esenciales para la buena salud de la vagina. Una buena higiene de vida favorece este equilibrio íntimo.
Para recordar
La microbiota vaginal es una microbiota frágil mayoritariamente compuesta de lactobacilos (bacterias lácticas).
La microbiota vaginal está directamente relacionada con la concentración de hormonas y, sobre todo, con los estrógenos. Por lo tanto, evoluciona a lo largo de las grandes etapas de la vida de una mujer (pubertad, embarazo, menopausia).
La microbiota vaginal «hereda» cierto número de bacterias de la microbiota intestinal; por otra parte, el tubo digestivo constituye su «reservorio» principal.
¿Quién puede aconsejarte?
Según tus necesidades, puede pedir consejo o consultar a un médico formado y competente en alimentación y micronutrición. Para obtener las señas de un especialista cercano a ti, contacte con:
El Instituto Europeo de Dietética y Micronutrición (IEDM) en el 0810 004 336 o a través de su sitio web www.iedm.asso.fr
* Etudes européennes Nappi RE, et al. «Vulvar and vaginal atrophy in four european countries: evidence from the European REVIVE Survey» Climacteric, 2016.