¿Cómo se definen los 1000 días y en qué es determinante este periodo para la salud del bebé y la madre?
Los 1000 primeros días constituyen el periodo entre el inicio del embarazo y los dos años del niño. Para algunos expertos, este periodo se iniciaría incluso alrededor de la concepción, es decir, en el momento de poner en marcha un embarazo. Es un periodo crucial que algunos llaman «ventana de oportunidad», porque tendrá un impacto determinante sobre el capital de salud del niño que se está formando. En efecto, durante este periodo, los hábitos de vida, la alimentación, el entorno de los futuros padres y del futuro niño pueden actuar sobre la expresión o la falta de expresión de los genes y tener un impacto sobre la futura salud del niño.
¿En qué circunstancias los prebióticos y/o probióticos pueden recomendarse para un bebé que acaba de nacer?
Actualmente, se sabe que una microbiota intestinal al MÁXIMO al nacer es una promesa de buena salud futura para el bebé. Por lo tanto, tengo tendencia a aconsejar la toma de probióticos, que son bacterias amigas, para los bebés, con objeto de favorecer la implantación de su microbiota intestinal incipiente. Lo hago, sobre todo, en los bebés que tienen antecedentes familiares de alergia, en los que existe un antecedente de toma de antibióticos por la madre al final del embarazo o por el bebé al nacer y, por último, en los bebés nacidos por cesárea o que no reciben leche materna. En lo referente a los prebióticos de tipo HMO contenidos en la leche materna, tengo tendencia a prescribirlos sistemáticamente en forma de complementos alimentarios a los bebés no amamantados, para estimular la implantación de una buena microbiota.
En el plato, ¿cuáles son los micronutrientes indispensables que deben privilegiarse cuando se espera un bebé?
El contenido del plato de la madre tendrá un papel primordial sobre su estado físico y psíquico durante el embarazo y después del parto. También se sabe actualmente, gracias a los datos de la epigenética, que la alimentación de la madre tiene un impacto sobre el capital de salud del futuro bebé. ¿Cómo actuar? Para empezar, no hay que comer por dos cuando se espera un bebé, sino comer dos veces mejor. Debe optarse por los alimentos ricos en hierro y magnesio para evitar la fatiga, tener la moral a tope y ser más resistente a las infecciones. Conviene vigilar el aporte de yodo para garantizar el correcto desarrollo del cerebro del feto. Se prestará una atención muy especial y lo antes posible a la vitamina B9, que participa en el cierre del tubo neural y en el proceso epigenético. El calcio y la vitamina D son indispensables para la construcción del esqueleto del bebé. Entre los ácidos grasos esenciales, deben privilegiarse los omega-3, sobre todo el DHA, que interviene en el desarrollo cerebral y de la retina del bebé, y ayuda a reducir el riesgo de depresión en la madre. Si bien la alimentación es una fuente esencial de estos micronutrientes, una ayudita en forma de complementos específicos puede ser necesaria.
