Los 1000 primeros días de la vida representan el periodo que va desde la concepción del niño hasta el final de su segundo año de vida. Durante este periodo, las microbiotas y, en especial, la microbiota intestinal se estabilizan en el bebé. Numerosos datos científicos demuestran que la correcta formación de la microbiota intestinal es esencial para la salud del niño. Entre los numerosos factores implicados en la formación de esta última, la alimentación y, en especial, la lactancia es el que tiene un mayor impacto2. En efecto, la microbiota intestinal primero se modela gracias a los componentes dietéticos e inmunológicos de la leche materna y después gracias a la diversificación alimentaria, que desempeñará un papel importante.
Influencia de la lactancia materna
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad. Los primeros días después del nacimiento, la madre segrega calostro, rico en anticuerpos esenciales.
La leche materna, a menudo la primera exposición alimentaria del bebé, tiene una composición compleja y dinámica, muy diferente de las leches de fórmula3. No solo contiene componentes nutritivos (macro- y micronutrientes) adecuados para el bebé, sino también un conjunto impresionante de moléculas bioactivas. Entre estas moléculas, se encuentran factores de crecimiento, anticuerpos, citocinas, enzimas, lactoferrina, lisozima y oligosacáridos, así como numerosos microorganismos (bifidobacterias, lactobacilos, estafilococos, estreptococos y micrococos), que contribuyen a la colonización del intestino del bebé3-4-5-6.
Según los resultados de un estudio, más de una cuarta parte de las bacterias intestinales del lactante amamantado (al menos 3/4 partes de los aportes diarios) durante los primeros 30 días de vida proceden de la leche materna7.
La dieta alimentaria, el estado de salud de la madre y otros factores entre los conocidos por su influencia sobre la microbiota intestinal del niño tienen un impacto sobre la composición de la leche materna, lo cual, evidentemente, tiene consecuencias para la salud del niño8-9-10.
La lactancia materna tiene influencia sobre la salud futura del niño a través de la estimulación de la implantación de las bifidobacterias. Favorece una microbiota equilibrada y diversificada, y participa activamente en la disminución del riesgo de enfermedades11.
Oligosacáridos: prebióticos que modulan la microbiota intestinal
La leche materna contiene más de 200 oligosacáridos o HMO (Human Milk Oligosaccharides) diferentes, que representan el tercer componente sólido más abundante después de la lactosa y los lípidos12.
Los HMO tienen múltiples funciones fisiológicas, ampliamente mediadas por sus efectos sobre la microbiota intestinal. Los HMO no se pueden hidrolizar mediante las enzimas digestivas y, por lo tanto, el intestino delgado no los asimila. Las bacterias intestinales los utilizan como sustratos metabólicos, es decir, como prebióticos, lo cual favorece el crecimiento de las bacterias beneficiosas, como las bifidobacterias.3-5-12
Por otra parte, se ha observado que los niños amamantados tienen más bifidobacterias, mientras que los niños alimentados con leche artificial presentan una microbiota más diversificada3-5-13.
Interés de una complementación con HMO para los bebés no amamantados
El 2’-FL es el HMO más estudiado. Los estudios clínicos sugieren el interés de una complementación con 2’-FL en el niño no amamantado.
En efecto, este oligosacárido, muy abundante, posee numerosas propiedades que actúan sobre la microbiota intestinal del niño14. En especial:
- protegen contra los patógenos infecciosos a través de la estimulación del crecimiento de las bifidobacterias, que actúan como un escudo;
- estimulan la maduración del sistema inmunitario;
- actúan como un arma contra los patógenos, por lo tanto, se trata de un efecto antimicrobiano directo;
- participan en la maduración del tracto gastrointestinal, las funciones digestivas y la función de barrera del epitelio intestinal, favoreciendo una microbiota equilibrada y diversificada. De esta forma disminuyen el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, como la rinitis alérgica, el eccema o también el asma, así como ciertas infecciones gastrointestinales y del ámbito ORL.14,15,16
Probióticos para reforzar el sistema inmunitario del niño
En el niño, la aparición de trastornos como las alergias alimentarias, la dermatitis atópica o también el eccema puede deberse a un desequilibrio de la microbiota intestinal y del funcionamiento inmunitario.
En efecto, los trabajos han demostrado la existencia de una asociación entre el desarrollo de una alergia y cierto tipo de microbiota en el lactante, en el sentido de una microbiota menos diversificada16-17 , menos rica en ciertos lactobacilos (L. rhamnosus, L. casei, L. paracasei), en Bifidobacterium adolescentis y en Clostridioides difficile18 en los dos primeros meses de vida.
Importancia de la diversificación alimentaria
A partir de los 6 meses, es muy recomendable diversificar la alimentación del niño, porque la alimentación con leche materna o infantil no es suficiente para cubrir sus necesidades. La introducción de alimentos sólidos también desempeña un papel significativo en el desarrollo de la microbiota intestinal. Los nuevos alimentos ingeridos favorecen el crecimiento de ciertas bacterias en la microbiota, cuyo número aumenta de 10 a 100 veces.
Según un estudio reciente, este crecimiento produciría una reacción inmunitaria esencial, porque participa en la educación del sistema inmunitario y permite, en la edad adulta, disminuir la susceptibilidad a las enfermedades inflamatorias (alergias, colitis, enfermedades autoinmunes, cáncer).