Investigación: comparar los cuerpos sanos y enfermos
El entorno, además de los factores genéticos, desempeña un papel en el desarrollo del cáncer de mama. Para comprender mejor su influencia, un equipo de investigadores ha secuenciado el ADN de los tejidos mamarios de 58 mujeres sometidas a una mastectomía, así como de 23 mujeres sanas. Este estudio ha mostrado las diferencias de la composición bacteriana de los tejidos.
Resultados: una composición bacteriana diferente
En las mujeres sometidas a una mastectomía, se han observado niveles elevados de Escherichia coli y de Staphylococcus epidermidis: estas «bacterias malas» son conocidas por inducir roturas de la doble cadena del ADN. El mecanismo de reparación de estas roturas de doble cadena comporta un porcentaje elevado de errores, que finalmente conducen al desarrollo de cáncer. A la inversa, en las mujeres sanas, se ha observado un número elevado de Lactobacillus y Streptococcus. Estas especies se consideran beneficiosas en la prevención del riesgo de cáncer. Streptococcus thermophilus, por ejemplo, produce antioxidantes que neutralizan las especies reactivas del oxígeno, responsables de daños en el ADN.
¿Cómo reforzar la microbiota mamaria?
La protección bacteriana de esta microbiota podría reforzarse con la toma de probióticos. Algunos estudios muestran la capacidad de los lactobacilos, las bacterias lácticas indispensables para la protección de la microbiota, de llegar a la glándula mamaria. Por lo tanto, los probióticos son una nueva opción para mejorar el tratamiento del cáncer de mama, aunque «hay que verificar los efectos relacionados con las posibles interacciones con el sistema inmunitario del huésped» señalan los investigadores.
Los probióticos también podrían ser interesantes en las mujeres que nunca han dado de mamar, ya que la lactancia desempeña un papel en la reducción del riesgo de cáncer, gracias a las bacterias beneficiosos contenidas en la leche materna.