Todas las microbiotas pueden verse afectadas por un estado de disbiosis. Este estado puede tener un impacto sobre diferentes funciones del organismo, sobre todo las funciones digestiva, metabólica, inmunitaria y neurológica.
La importancia de los prebióticos para una microbiota sana
Con el fin de mantener una microbiota bien equilibrada, es importante seguir una alimentación sana y equilibrada. Es especialmente interesante privilegiar algunos alimentos, sobre todo los prebióticos. En efecto, los prebióticos, principalmente presentes en los alimentos ricos en fibras, son sustancias que permiten alimentarse y multiplicarse a las bacterias.
Se encuentran fibras como la inulina en la raíz de achicoria, pero también en el plátano, la alcachofa, la aguaturma, el ajo y la cebolla. Las otras fuentes son las legumbres cocidas (12 a 17 g por ración de 250 g), el salvado de trigo (12 g por ración de 30 g) y de avena (7 g por ración de 30 g).
Sea cual sea su composición química (inulina, FOS, mezcla), todos los fructanos estimulan el crecimiento selectivo de bacterias intestinales específicas y beneficiosas para la salud, sobre todo las bifidobacterias, pero también algunas cepas de lactobacilos.
Asimismo despiertan un interés creciente las fibras capaces de aumentar la proliferación de otros géneros bacterianos, como Eubacterium, Faecalibacterium y Roseburia.3 La fermentación de las fibras no digeribles por bacterias como las bifidobacterias y Roseburia permite, en especial, el aumento de la producción de ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, el propionato y el lactato. El butirato es la principal fuente de energía de las células epiteliales.
Dieta alimentaria específica: el ejemplo de los FODMAP
En algunas situaciones, se ayuda a la microbiota mediante una dieta alimentaria específica que incluye una supresión de ciertos alimentos y una reintegración progresiva a medida que desaparecen las molestias.
Entre estas diferentes dietas, existe, por ejemplo, el modelo de protección digestiva, que permite disminuir el consumo de alimentos peor tolerados por el intestino, sobre todo los FODMAP.
Los FODMAP son azúcares pequeños que son digeridos por las enzimas segregadas por la saliva, el páncreas y el intestino delgado. Cuando el trabajo de digestión es insuficiente, las bacterias del colon toman el relevo y fermentan todos los azúcares que reciben de más, lo cual provoca hinchazón, flatulencia, molestias abdominales y del tránsito.
La mayoría de los FODMAP (excepto los polioles) son ricos en prebióticos, sustancias de las que se alimentan las bacterias probióticas y muy apreciadas por la microbiota intestinal. Este tipo de dieta debe efectuarse siguiendo los consejos del profesional de la salud. Después de varios meses de restricciones y en función de la tolerancia, pueden reintroducirse progresivamente los FODMAP.
El aporte de probióticos
El término probiótico deriva de dos palabras griegas, προ y βιος, que significan 'para la vida'. Fue introducido por primera vez en 1965 por Lilly y Stillwell para designar los factores derivados de microorganismos que estimulan el crecimiento de otros microorganismos.4 En 1989, Fuller señaló la naturaleza microbiana de los probióticos e introdujo la idea de que tenían un efecto positivo sobre el huésped, cuyo equilibrio intestinal mejoraban.
Hoy, la Organización Mundial de la Salud define los probióticos como «microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidad adecuada, tienen efectos beneficiosos para la salud del huésped».5 Pueden estar presentes o introducirse en algunos alimentos o complementos alimenticios. Los probióticos documentados con mayor frecuencia son las bacterias lácticas (lactobacilos, estreptococos y lactococos) y las bifidobacterias.
Para que un organismo se considere como potencialmente probiótico, debe presentar ciertas características: propiedades demostradas, una capacidad de adhesión a las células, así como viabilidad y estabilidad.