Salud de la mujer
La menopausia es una etapa natural e inevitable en la vida de una mujer, marcada por la detención de las menstruaciones y el final del periodo reproductivo. Esta transición hormonal puede acompañarse de diversos signos que tienen un impacto más o menos importante en la calidad de vida: sofocos, fatiga, irritabilidad… Si bien los efectos de la menopausia varían de una mujer a otra, existen soluciones para vivir mejor este periodo de transición.
La menopausia aparece generalmente entre los 45 y los 55 años, con una media de 51 años. Se define como la ausencia de menstruación durante 12 meses consecutivos sin otra causa evidente. La perimenopausia engloba:
La principal causa de la menopausia es el final de la función ovárica, debido al envejecimiento natural de los ovarios y la disminución progresiva de la producción de hormonas sexuales, sobre todo los estrógenos y la progesterona. Sin embargo, ciertos factores pueden provocar una menopausia precoz o tardía, como la genética, el tabaquismo, la exposición a sustancias químicas o estados de salud particulares.
La menopausia se acompaña de una variedad de signos que pueden variar considerablemente de una mujer a otra. Las fluctuaciones hormonales pueden producir cambios físicos y emocionales, así como efectos que tienen un impacto sobre la calidad de vida. Estos signos reciben el nombre de climatério, es decir que tienen relación con las modificaciones hormonales inducidas por la detención de la función ovárica, en especial el desequilibrio hormonal de estrógenos y progesterona. Entre los efectos que se observan con mayor frecuencia, se encuentran las modificaciones del ciclo menstrual, los sofocos, los problemas de sueño, los cambios de humor, la sequedad vaginal, las molestias íntimas y el aumento de peso.
Antes de la desaparición completa de la regla, la premenopausia está marcada por ciclos menstruales irregulares. El sangrado puede ser más ligero o más abundante, y los intervalos entre las reglas pueden variar considerablemente.
Los sofocos son una de las molestias más corrientes de la menopausia. Se manifiestan por una sensación repentina de calor intenso, a menudo acompañada de rojeces en el cuello y el torso, así como sudores abundantes. También pueden acompañarse de sensaciones de mareo y vértigo, palpitaciones, escalofríos y temblores. Estos episodios pueden producirse durante la jornada o alterar el sueño cuando se trata de sudores nocturnos.
Los problemas de sueño son frecuentes durante la menopausia.2
Los sofocos nocturnos, asociados a otros factores, como las fluctuaciones hormonales y el estrés emocional, pueden alterar el sueño y producir una fatiga persistente.
Las variaciones de la concentración de hormonas pueden influir en el equilibrio emocional.3 Irritabilidad, estrés y cambios de humor son efectos frecuentes durante la menopausia. Los cambios hormonales también pueden alterar el humor de manera más pronunciada.
La disminución de los estrógenos puede producir una disminución del tejido vaginal, lo cual provoca una sequedad vulvovaginal.4 Esto puede traducirse por irritaciones y problemas urinarios , como pérdidas urinarias o ganas frecuentes de orinar. La sequedad de la vagina también puede producir molestias durante las relaciones sexuales y afectar a la vida íntima de las mujeres.
Los cambios hormonales asociados a la menopausia también pueden tener un impacto sobre la composición corporal y el metabolismo.4 Muchas mujeres constatan un aumento de peso, en especial alrededor del abdomen, a medida que la concentración de estrógenos y progesterona disminuye. Esta redistribución de la grasa puede afectar a la apariencia física y bajar la moral.
La pérdida de masa ósea es un fenómeno fisiológico relacionado con el envejecimiento que afecta tanto a las mujeres como a los hombres a partir de los 45-50 años. Sin embargo, esta pérdida de masa ósea se acelera considerablemente en las mujeres al detenerse las funciones ováricas.5
Para atenuar los efectos que se producen durante la menopausia, es esencial adaptar la higiene de vida. Se trata, principalmente de adoptar una alimentación variada y equilibrada, practicar una actividad física regular y aprender a gestionar las emociones.
La alimentación desempeña un papel fundamental en la gestión del peso y el mantenimiento del equilibrio general a lo largo de la vida y, a fortiori, en la fase de premenopausia y menopausia. Por lo tanto, conviene favorecer una alimentación rica en nutrientes esenciales, sobre todo gracias a la fruta y la verdura fresca (fuente de vitaminas, minerales y antioxidantes), a las proteínas magras (aves, pescado) y a los ácidos grasos esenciales (aceites vegetales, aguacates, frutos secos oleaginosos). Mantener una buena hidratación también es importante. Paralelamente a estos buenos hábitos de vida, es necesario limitar las comidas demasiado copiosas y el aporte de azúcares, grasas y alcohol. De hecho, el alcohol no solo podría contribuir al aumento de peso durante la menopausia, también podría favorecer los sofocos6 y hacer inestable el sueño.7
La actividad física, como la marcha rápida, la natación o el ciclismo, es esencial para vivir mejor los años de menopausia. Entre los numerosos beneficios para la salud constatados, el ejercicio regular mejora la resistencia ósea y participa en el mantenimiento de la salud cardiovascular.8
El ejercicio regular también favorece el mantenimiento de un peso corporal saludable, lo cual ayuda a reducir los factores de riesgo de problemas metabólicos que a menudo se observan durante la menopausia.
Por último, la actividad física tiene un impacto positivo en el manejo del estrés.9 La menopausia puede ser un periodo de agitación emocional, y el estrés puede exacerbar algunos efectos, como los sofocos y la irritabilidad. El ejercicio libera endorfinas, las hormonas del bienestar, que ayudan a atenuar el estrés y a mejorar el humor. Esto también puede favorecer un mejor sueño.10
La menopausia puede acompañarse de fluctuaciones hormonales importantes que influyen en las emociones y el humor. Para atenuar los efectos de estos cambios emocionales, es interesante aprender a gestionar las emociones. Las técnicas de relajación, como la meditación, el yoga y la respiración profunda, pueden ser especialmente eficaces para calmar la irritabilidad y favorecer el bienestar emocional. La meditación, por ejemplo, ayuda a desarrollar la conciencia plena y la capacidad de observar las propias emociones sin juzgarlas, lo cual puede permitir comprenderlas y manejarlas mejor. Integrando estas prácticas en la vida cotidiana, es posible superar la menopausia con una mayor serenidad emocional.
La menopausia no es una enfermedad, sino un periodo de transición natural en la vida de las mujeres, marcada por una variedad de signos. Adoptando una higiene de vida apropiada para el mantenimiento del equilibrio y el bienestar, es posible atenuar estos efectos y vivir plenamente esta nueva etapa. En caso de dificultades, la consulta a un profesional de la salud permitirá obtener un consejo médico personalizado y unas soluciones adaptadas al perfil y las necesidades individuales. El acompañamiento del médico o el ginecólogo proporciona un apoyo valioso para vivir tranquilamente la menopausia.
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