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La experiencia de PiLeJe

El laboratorio PiLeJe, pionero en el estudio de los probióticos, realiza y publica desde hace años múltiples experimentos sobre las cepas probióticas, tanto sobre su resistencia a diferentes condiciones fisicoquímicas (viabilidad, resistencia a diferentes medios, por ejemplo) como sobre su impacto sobre la salud, y contribuye así a hacer avanzar la investigación científica en este campo. 

PiLeJe ha diseñado y comercializado una de las primeras fórmulas de probióticos en Francia. Fue en 1990. 

En pocas palabras...

En aquella época, el mercado de los complementos alimentarios estaba poco desarrollado y se reducía a algunas asociaciones del tipo de multivitaminas y minerales, en especial. 

Los conocimientos sobre los probióticos también eran limitados. Su utilización se reducía al sector agroalimentario (fabricación de yogures, fermentación vitícola) y a la alimentación animal. Sin embargo, se sabía, sobre todo a partir del consumo de leche fermentada (yogures, lassi en la India...), que podían mejorar el bienestar intestinal. También se conocía la importancia de tener una flora digestiva sana y se sabía que esta desempeñaba un papel esencial en la asimilación de los nutrientes.

Estas nociones guiaron al doctor Leclerc, fundador del laboratorio PiLeJe, por una pista de investigación innovadora: desarrollar una fórmula que permitiera aportar al organismo estas bacterias lácticas, cuyo interés se sospechaba, sin recurrir a la alimentación
De esta intuición, surgió la primera solución de salud compuesta por una mezcla de cepas de probióticos comercializada en Francia. 

Visuels bactéries

Resultados superiores a lo esperado

La fórmula, considerada como complemento nutricional destinado a equilibrar la flora intestinal y prescrita por médicos, rápidamente se mostró eficaz para mejorar los trastornos intestinales. ¡Pero no solamente! También parecía tener una acción beneficiosa sobre otros trastornos que podían presentar algunos pacientes, como, por ejemplo, una depresión.

Estas primeras constataciones clínicas abrieron la vía a nuevas perspectivas: más allá de equilibrar la flora intestinal, los probióticos podían tener un papel mucho más funcional en el organismo, interaccionando con el huésped.

Por consiguiente, se impuso la necesidad de conocer mejor las diferentes cepas de probióticos y condujo al laboratorio a formar un equipo científico especializado en este campo.

Entre sus misiones de investigación: documentar la resistencia de las cepas bacterianas a diferentes condiciones fisicoquímicas y conocer los criterios necesarios para su viabilidad y su acción sobre el intestino.

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